Agarro el libro
en la página que marca el señalador:
“Se amoldaba a la perfección de mi mano. Como si hubiera sido hecho
para mí. Él apoyó la palma de su mano sobre mi corazón. Su tacto se fundió con
mis latidos [...] Entonces no lo sabía. No sabía que era capaz de herir a
alguien tan hondamente que jamás se repusiera. A veces, hay personas que pueden
herir a los demás por el mero hecho de existir”.
¡Qué libro de mierda!
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